Consideraciones sobre
la consejería pastoral
La consejería es un proceso de acompañamiento pastoral que es ofrecido
amorosa y comprometidamente por un líder religioso a las personas que lo
necesitan. Este acompañamiento hay que darlo sobre la base del amor al prójimo;
sobre la base de que amamos a los demás y queremos lo mejor para ellos.
La consejería pastoral es un don aunque también hay que desarrollarlo con
conocimientos teóricos. El considero padre de la psicología
pastoral latinoamericana, Jorge León desde joven mostró tener
mucho tacto para ser un consejero pastoral, sin embargo, también estudió y se
perfeccionó en temas como el psicoanálisis y se valió de recursos psicológicos,
homiléticos y exegéticos.
El rol de una/un
consejera/o pastoral
Lo que debe hacer un consejero es ayudar a una persona a descubrir las
mejores decisiones que puede tomar para su vida personal, familiar, social y
económica a la luz de la Biblia. Además de que un consejero no solamente
aconseja a personas, sino también que aconseja iglesias acerca de la unidad y
de otros temas relacionados a la psicología pastoral.
El consejero, por su función, debe nutrirse de una serie de acontecimientos
y perspectivas que acompañan el día a día de cada ser humano, por
ejemplo, Jorge León fue una persona que creció empobrecidamente, maltrató
a un servidor de Dios que nunca le hizo mal, sufrió la revolución cubana y su
repercusión para los evangélicos, tuvo que dejar su país y aun no ha podido
regresar a su tierra natal, sufrió el fallecimiento a distancia de seres
queridos y tuvo que ver cómo algunos de sus compañeros cristianos abandonaron
el país o fueron exiliados.
La vida de Jorge León no ha sido fácil. A pesar de lo trágico que pueda
verse todo esto, hay algo positivo en toda esta historia y es que todas esas
vivencias sirvieron para refinarlo como consejero pastoral. La vida no es ni se
comparte igual cuando no hemos vivido ciertas experiencias. Un consejero
pastoral debe tomar como punto de partida sus propias vivencias para acompañar
a otros; para poder comprenderles, darles palabras de aliento y como dicen por
ahí ‘ponerse en sus zapatos’. A Jorge le costó conocer muchas personalidades,
obras y ambientes para construir toda esa capacidad, además de todo el amor y
sabiduría con los que aparentemente nació.
Un consejero pastoral debe tomar todas las enseñanzas que le ofrecen la
vida y la Biblia para iluminar a otras personas y congregaciones; además debe
cultivar ciertos valores en su diario vivir para que pueda instar a otros a
hacer el bien sin siquiera pronunciar una palabra. Hay personas que instruyen
con su comportamiento. Jorge León al parecer es una de estas personas, él es
una persona sencilla, humilde, amorosa, esforzada, comprometida y perseverante.
Las condiciones de Jorge León lo hacen capaz de acompañar a personas, iglesias
e instituciones eclesiales por el camino del bien y poder vivir como Dios manda
la fe cristiana.
Un consejero pastoral no debe dedicarse a esto solo por curiosidad sino que
debe tener un objetivo, una razón de ser de su ministerio. En la vida de Jorge,
dos grandes inquietudes lo motivaron: el ser humano y el deseo de sentar las
bases para un mejor desarrollo pastoral de la iglesia. Además de estas
inquietudes, consejero pastoral debe combinar dos elementos imprescindibles: un
buen temperamento y la sensibilidad. Además de mantener una vida intelectual
directamente relacionada con los hechos, con su día a día.
Un consejero pastoral ha de ser una persona de testimonio, pero esto no
quiere decir que no pueda fallar, sino que durante su acompañamiento pastoral
comunique el mensaje de que un cristiano puede equivocarse, pero que lo ideal
es levantarse y mantenerse.
Importancia de la
consejería para la vida de una iglesia
Sí, esta disciplina es necesaria para la vida de una iglesia. Es así porque
es como el seguimiento de la vida emocional de los que integran la iglesia y,
de por sí, de la iglesia misma. Su importancia radica en que la consejería
pastoral es un ministerio mediante el cual el consejero puede mostrar a otros
el amor y la misericordia de Dios y fortalecer los miembros de la iglesia en el
avance y crecimiento de una vida emocional y ministerial saludable.
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