La Educación Cristiana

La educación cristiana tiene fundamento bíblico en Mateo 28:18-20; Hechos 1:8; Juan 14:26; Efesios 4:4-16 porque Jesús establece muy claramente la importancia de compartir el evangelio con las otras personas del mundo y esta responsabilidad la atribuye a los que estaban con él al momento de su ascensión, es decir, a su iglesia.

La educación cristiana es una responsabilidad de la iglesia porque tiene fundamento bíblico y contribuye a la transformación de la persona en un ser útil y conocedor al servicio de Dios y los demás. Además de que la iglesia cumple su función como cuerpo de Cristo sólo al constituirse en el conducto a través del cual el Espíritu Santo obra para restaurar la debida relación entre el hombre y Dios.

La educación cristiana tiene tres polos: el educado, la comunidad educadora y Dios. El educado y la comunidad educativa son los elementos fundamentales en la educación tradicional, pero en la educación cristiana entra un tercer elemento que es Dios. Por esta razón la educación cristiana consta de tres polos.

La educación cristiana es un ministerio de la pastoral y no la 'pastoral educativa'. Vista como pastoral educativa, la educación cristiana podría dejar de practicarse como componente neurálgico de la pastoral en sí. La educación cristiana debe ser transversal a todos los componentes de la iglesia, por lo cual debería concebirse como un ministerio de la pastoral.

"La educación cristiana se lleva a cabo cuando el educando responde con testimonio al Espíritu Santo transformándose a sí mismo en un testigo". Un tanto en desacuerdo con esta afirmación porque más allá de convertirse en testigo, el educado debe transformarse en una persona capaz de integrar sus aprendizajes a su diario vivir y ser modelo para los demás e impactar a través de un servicio plenamente comprometidos con la misión de la iglesia.

Jesús dio a sus seguidores el mandato de enseñar, pero también pero también les dijo que recibirían poder y dirección del Espíritu Santo. La educación cristiana no puede degenerar en moralismo o en una simple adquisición de datos. Cuando el individuo responde con fe al evangelio, puede crecer por la gracia.